¿Cómo puede un hombre o un ángel escribir un libro pertinente sobre el tema de Dios
mismo? ¡Sería más fácil contar cada estrella en el firmamento! Con esto en mente, reconozco
que todo aquello que es santo, bueno, o útil en estas páginas es el resultado exclusivo de la
gracia de Dios. Sabiendo algo del peso de este tema, he escrito este libro con temor y temblor
considerando las palabras escritas en Santiago 3:1:
“Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que
recibiremos mayor condenación”.